Reservamos nuestra estancia el día anterior por nuestro amigo Atman d'erfoud, 3 noches incluyendo uno en vivac. Cuando llegamos, nos seduce el Riad cuya decoración es hermosa. Las habitaciones son muy bonitas y la vista de las dunas viene a perfeccionar la imagen y sin embargo no nos alojamos. Resulta que la acogida y la convivencia son para nosotros aún más importantes que el resto y allí somos recibidos por una persona joven con la actitud insolente que hemos perturbado visiblemente!
Decidimos instalarnos en otro lugar, pero mantenemos nuestra noche en su vivac y lo hicimos muy bien. Reservaciones aleatorias, éramos los únicos anfitriones esa noche. Llegamos a la escena con nuestros dromedarios y su adorable guía bereber, todo está listo para recibirnos con té tradicional, pasteles artesanales, frutas… Estamos encantados con el ambiente del vivac y el cordial y sonriente equipo, el gran incendio rodeado de alfombras forradas con gran cojín, las linternas en el suelo, las velas por allí… La tienda del restaurante es hermosa, pero disfrutamos de nuestra excelente cena bajo las estrellas. Cabe señalar que el cocinero, que sólo debe su talento a las mujeres de la familia, podría dar clases a muchos chefs parisinos!
Finalmente después de una velada rica en música, danza y discusiones, volvemos a nuestra lujosa carpa bereber con baño (aseos y agua caliente por favor! ), amplia cama cómoda, mesillas de noche, mesa y cojines grandes, portaequipajes e incluso un gran espejo.
Camina y fotos en las dunas al amanecer y delicioso desayuno. Desafortunadamente es tiempo de dejar la magia de los lugares y nuestros dromedarios nos esperan, volvemos tranquilamente caminando a su lado. Una experiencia muy agradable.
Tenga en cuenta que el propietario, advertido de la actitud de su empleado hacia nosotros por Ismael, nuestro anfitrión en Dadès, "Chez Pierre", nos ofreció una botella de vino en el restaurante para disculparse.
Decidimos instalarnos en otro lugar, pero mantenemos nuestra noche en su vivac y lo hicimos muy bien. Reservaciones aleatorias, éramos los únicos anfitriones esa noche. Llegamos a la escena con nuestros dromedarios y su adorable guía bereber, todo está listo para recibirnos con té tradicional, pasteles artesanales, frutas… Estamos encantados con el ambiente del vivac y el cordial y sonriente equipo, el gran incendio rodeado de alfombras forradas con gran cojín, las linternas en el suelo, las velas por allí… La tienda del restaurante es hermosa, pero disfrutamos de nuestra excelente cena bajo las estrellas. Cabe señalar que el cocinero, que sólo debe su talento a las mujeres de la familia, podría dar clases a muchos chefs parisinos!
Finalmente después de una velada rica en música, danza y discusiones, volvemos a nuestra lujosa carpa bereber con baño (aseos y agua caliente por favor! ), amplia cama cómoda, mesillas de noche, mesa y cojines grandes, portaequipajes e incluso un gran espejo.
Camina y fotos en las dunas al amanecer y delicioso desayuno. Desafortunadamente es tiempo de dejar la magia de los lugares y nuestros dromedarios nos esperan, volvemos tranquilamente caminando a su lado. Una experiencia muy agradable.
Tenga en cuenta que el propietario, advertido de la actitud de su empleado hacia nosotros por Ismael, nuestro anfitrión en Dadès, "Chez Pierre", nos ofreció una botella de vino en el restaurante para disculparse.