Fuimos huéspedes de la Meridiana Hotel la primera semana después de las vacaciones de invierno. El Hotel es mimado en una posición estratégica para los amantes del esquí; A primera vista ordenado, limpio.
La habitación doble se presenta con camas individuales y poco arreglado con los espacios.
La recepción del personal es lento, poco atento y no siempre cuidado. Para tener, por ejemplo, el servicio de limpieza de la habitación esperamos sólo el último día para el olvido, según el personal, causada por la fatiga de las semanas de trabajo anteriores. Nosotros, todos en todos los clientes que no se quejan, entendemos la condición para no discutir y perdonar las faltas de atención que hemos encontrado en nuestra estancia.
Excepto por la última noche.
La cena en el Hotel hizo nada menos que lástima. Declaro que los precios de Madesimo son demasiado altos en comparación con la calidad de los servicios y productos ofrecidos por los restaurantes, bares y hoteles, dicho de paso por las personas que viven en Milán…
Una vez sentados a la mesa pedimos un estofado de Ganascino al Barolo, para entender la mejilla de ternera, suave, a veces se come con la cuchara.
Llega a la mesa después de media hora de esperar un trozo de carne con los filamentos de grasa exterior, dejo a la imaginación el interior. Mejilla no era, las patatas de un lado a partir de la carta se había convertido en mágicamente polenta sciapa y poco cocido, la salsa con verduras típicas de la carne de estofado había desaparecido juntos, incluso con el plato ya que llegó a la mesa una tabla de cortar en mal estado donde se puede cortar La carne era imposible. Echo de menos las fotografías para testificar, como me faltaba en ese momento avergonzar el deseo de tener que traer de vuelta el plato, escena que personalmente me hizo sentir incómodo sobre todo porque entonces confirmé las sospechas: disculpa no llegó, pero de hecho lo que es Llegaron eran justificaciones. Después del hambre, decidimos pedir dos caramelos. Horneado con capuchino… servido con nata batida y cacao… suave, arrugado, helado dentro y así quién sabe cuántas veces congelado.
Asombrado dejar la mesa en silencio.
Incluso al día siguiente en la salida por el propietario disculpas vino. Hecho. Pagamos 6 euros un pequeño tazón de tomates y zanahorias ya listo de bolsas, tomada en el buffet en esa famosa media hora de espera: Cuando pregunté el vestíbulo principal si podías servir el buffet era su trabajo para informarme que era una tarifa, habría hecho menos vista La pobre y poca idea inherente de buffets que ofrecían.
Tal vez durante las semanas festivas funcionen bien.
La habitación doble se presenta con camas individuales y poco arreglado con los espacios.
La recepción del personal es lento, poco atento y no siempre cuidado. Para tener, por ejemplo, el servicio de limpieza de la habitación esperamos sólo el último día para el olvido, según el personal, causada por la fatiga de las semanas de trabajo anteriores. Nosotros, todos en todos los clientes que no se quejan, entendemos la condición para no discutir y perdonar las faltas de atención que hemos encontrado en nuestra estancia.
Excepto por la última noche.
La cena en el Hotel hizo nada menos que lástima. Declaro que los precios de Madesimo son demasiado altos en comparación con la calidad de los servicios y productos ofrecidos por los restaurantes, bares y hoteles, dicho de paso por las personas que viven en Milán…
Una vez sentados a la mesa pedimos un estofado de Ganascino al Barolo, para entender la mejilla de ternera, suave, a veces se come con la cuchara.
Llega a la mesa después de media hora de esperar un trozo de carne con los filamentos de grasa exterior, dejo a la imaginación el interior. Mejilla no era, las patatas de un lado a partir de la carta se había convertido en mágicamente polenta sciapa y poco cocido, la salsa con verduras típicas de la carne de estofado había desaparecido juntos, incluso con el plato ya que llegó a la mesa una tabla de cortar en mal estado donde se puede cortar La carne era imposible. Echo de menos las fotografías para testificar, como me faltaba en ese momento avergonzar el deseo de tener que traer de vuelta el plato, escena que personalmente me hizo sentir incómodo sobre todo porque entonces confirmé las sospechas: disculpa no llegó, pero de hecho lo que es Llegaron eran justificaciones. Después del hambre, decidimos pedir dos caramelos. Horneado con capuchino… servido con nata batida y cacao… suave, arrugado, helado dentro y así quién sabe cuántas veces congelado.
Asombrado dejar la mesa en silencio.
Incluso al día siguiente en la salida por el propietario disculpas vino. Hecho. Pagamos 6 euros un pequeño tazón de tomates y zanahorias ya listo de bolsas, tomada en el buffet en esa famosa media hora de espera: Cuando pregunté el vestíbulo principal si podías servir el buffet era su trabajo para informarme que era una tarifa, habría hecho menos vista La pobre y poca idea inherente de buffets que ofrecían.
Tal vez durante las semanas festivas funcionen bien.