Hotel Rustico Casa Do Vento

Hotel

Hermosa casa, encantadora hospitalidad.

Excelente servicio, desde que llegas te sientes como en tu propia casa, o mejor… Son todos muy atentos y vale la pena disfrutar de la experiencia. Lo recomiendamos.

Solo fui comer al restaurante pero muy buen servicio escelentes instalaciones muy recomendable vistas impresionantes enhorabuena.

Un hotel en un edificio antiguo perfectamente remodelado, con unas habitaciones muy bonitas y un precio excelente.

Un servicio atento y personalizado. Una decoracion elegante, y una ubicación inmejorable, para organizar mil excursiones. Un lugar tranquilo cerca de muchos sitios. Fantastica.

Es mi casa, no voy a comentar nada más.

Acogedor y buena atención.

El hotel una pasada, el entorno increíble pero lo mejor la cercanía y amabilidad del personal, hemos estado haciendo unas rutas impresionantes por la zona en bici de montaña y como tienen muchísimas para las próximas vacaciones volveremos.

El sitio donde esta situado, en un pequeño pueblo llamado Baio que no es ni grande ni pequeño, cuenta con cervecerías, restaurantes, etc además es un hotel rústico que esta en contacto con la naturaleza.

Somos 4 amigos de Badajoz, y este verano, un poco buscando un pelín menos de calor y algo de costa, decidimos ir a pasar unos días a Galicia. Unos amigos nos aconsejaron la “Casa do Vento” en Bayo pues recordaban con mucho cariño el trato allí recibido un par de años antes, por lo que reservamos dos habitaciones. No nos costó mucho encontrar la casa, la verdad, las indicaciones que figuran en su página web son perfectamente claras y certeras. Una vez allí nos hayamos ante una enorme casa que llama la atención nada más verla. En su interior nos topamos con un lugar acogedor en el que no nos importaría quedarnos a vivir. Las habitaciones son espaciosas, los baños amplios y desde luego está cuidado hasta el último de los detalles. Como esa noche estábamos cansados por el viaje decidimos acostarnos a descansar. La noche pasó más rápido de lo que quisiéramos y los primeros rayos de sol de la mañana nos saludaron a través de la ventana. Al asomarnos descubrimos un precioso jardín adornado por ancianos manzanos en el que correteaban alegres dos enormes perros negros. Pudimos desayunar en el porche situado bajo nuestra ventana acompañados de los rayos de sol, la suave brisa y el canto de los pájaros Pasamos los días posteriores conociendo la zona, deleitándonos de los paisajes, saboreando su gastronomía y como no disfrutando de la amabilidad y cordialidad tan famosa de los gallegos Un saludo para Helena e Ismael de Mari, Jose, Isabel y Asier, hasta pronto.