El Puente de Carlos es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad de Praga, en la República Checa. Se trata de un puente de piedra que cruza el río Moldava y conecta la Ciudad Vieja con el barrio de Malá Strana.
Construido en el siglo XIV, el Puente de Carlos es una obra maestra de la arquitectura gótica. Tiene una longitud de 516 metros y está compuesto por 16 arcos, cada uno de ellos con una torre en su extremo. Estas torres, junto con las numerosas estatuas que adornan el puente, le dan un aspecto majestuoso y lleno de historia.
El puente es peatonal y está siempre lleno de turistas y locales que disfrutan de las impresionantes vistas que ofrece. Desde aquí se puede contemplar el río Moldava, así como los principales monumentos de la ciudad, como el Castillo de Praga y la Catedral de San Vito.
Una de las características más destacadas del Puente de Carlos son las estatuas que lo adornan. En total, hay 30 estatuas a lo largo del puente, la mayoría de ellas representando santos y figuras religiosas. La más famosa es la estatua de San Juan Nepomuceno, que se dice que trae buena suerte si se toca.
Además de su belleza arquitectónica, el Puente de Carlos también tiene un gran valor histórico y cultural. A lo largo de los siglos, ha sido testigo de numerosos eventos importantes y ha sido escenario de muchas leyendas y cuentos populares.
En resumen, el Puente de Carlos es una visita obligada para cualquier persona que visite Praga. Su belleza arquitectónica, sus vistas panorámicas y su rica historia lo convierten en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad.