Somos una asociación y hemos tomado un grupo de 50 personas a este hotel. Acabamos de dejarlo muy insatisfecho con las condiciones en las que fuimos recibidos. En 5 años de viajes regulares, rara vez hemos sido recibidos con tanto desdén y desprecio o incluso sospecha. Tan pronto como llegamos, presenciamos comentarios y reflexiones despreciantes. Antes de llegar, nos amenazaron con no ser aceptados en el Hotel si no resolvemos todo el depósito como si fuéramos ladrones cuando habíamos anunciado que el CB de nuestra asociación estaba limitado y que pagaría todo el Hotel por cheque (y todavía habíamos pagado un depósito de 300 euros). Sin embargo, nos negamos a reembolsar el depósito en el CB personal de nuestro Gerente porque, obviamente, no confiamos en nuestro cheque. Es inaceptable.
El contratiempo no se detiene. Mientras que finalmente tomamos varias habitaciones, los pequeños cambios solicitados para la comodidad del grupo fueron recibidos glacialmente por uno de los empleados que resultaron ser execrable con nosotros. Cuando pedimos la cancelación de un overroom, nos dijeron que este sería el último cambio.
En cuanto a la cena, el contrato no se respetaba: habíamos pedido una cena abundante para todas aquellas personas que caminaban todo el día. ¿Cuál fue nuestra sorpresa para descubrir una entrada con apenas dos cucharitas de Macedonia con un huevo, plana una brocheta de pollo con algunos hash marrones (habíamos acordado patatas fritas) y un turrón helado para el postre y ni siquiera hablo de la CUI arrojado frente a nosotros como desordenado. Todo cargado en €20 sin ni siquiera un gesto, ni un café ofrecido. Mientras que el buffet disponible y desesperadamente abandonado podría haber sido propuesto como habíamos solicitado. Y para justificar esta recepción inaceptable, nos dijeron que habíamos sido renovados, pero nunca vimos un Campanile como poco acogedor (en la mayoría de las habitaciones, el aire acondicionado no funcionaba, sólo había dos toallas en las habitaciones de tres, dispensadores de champú y jabón vacío). Fuimos por el frente y las habitaciones no eran mucho mejores que las de primera clase).
Por la mañana, en el desayuno, los ancianos tenían que pedir repetidamente decantadores de agua servidos con mala voluntad (el grupo consistía en personas mayores que tomaban medicamentos, a veces diabéticos). Nunca más este hotel.
El contratiempo no se detiene. Mientras que finalmente tomamos varias habitaciones, los pequeños cambios solicitados para la comodidad del grupo fueron recibidos glacialmente por uno de los empleados que resultaron ser execrable con nosotros. Cuando pedimos la cancelación de un overroom, nos dijeron que este sería el último cambio.
En cuanto a la cena, el contrato no se respetaba: habíamos pedido una cena abundante para todas aquellas personas que caminaban todo el día. ¿Cuál fue nuestra sorpresa para descubrir una entrada con apenas dos cucharitas de Macedonia con un huevo, plana una brocheta de pollo con algunos hash marrones (habíamos acordado patatas fritas) y un turrón helado para el postre y ni siquiera hablo de la CUI arrojado frente a nosotros como desordenado. Todo cargado en €20 sin ni siquiera un gesto, ni un café ofrecido. Mientras que el buffet disponible y desesperadamente abandonado podría haber sido propuesto como habíamos solicitado. Y para justificar esta recepción inaceptable, nos dijeron que habíamos sido renovados, pero nunca vimos un Campanile como poco acogedor (en la mayoría de las habitaciones, el aire acondicionado no funcionaba, sólo había dos toallas en las habitaciones de tres, dispensadores de champú y jabón vacío). Fuimos por el frente y las habitaciones no eran mucho mejores que las de primera clase).
Por la mañana, en el desayuno, los ancianos tenían que pedir repetidamente decantadores de agua servidos con mala voluntad (el grupo consistía en personas mayores que tomaban medicamentos, a veces diabéticos). Nunca más este hotel.