Comentario del Parador de Antequera 4*

Estuvimos tres días. El hotel está reformado desde la última vez que nos alojamos allí. Las habitaciones son amplias, cómodas y fabulosamente imsonorizadas, muy tranquilo. Buen aparcamiento al aire libre, bastante reservado. No está en el centro histórico pero el paseo es agradable hasta llegar al mismo y no lleva más de media hora yendo con calma. Está muy cerca de la plaza de toros y hay bares y restaurantes en la zona. La chica de recepción amable y simpática, un diez, igual que el señor de cafetería, antequerano orgulloso de su pueblo que nos dió muy buenas indicaciones. No hay pegas en cuanto a limpieza. El desayuno bastante bueno en variedad y calidad. En cuanto al servicio, quiero establecer dos apreciaciones totalmente distintas. La mañana del sábado y el domingo, el personal no de diez sino de once, amable, atento super eficaz, retirando y preparando las mesas pegadas a las cristaleras (con una fabulosa vista de la vega y de las montañas) para que pudieran ser ocupadas por todo el que llegaba, manteniendo todo con un grado apreciable de orden y pulcritud. Del personal de la mañana del lunes no puedo decir lo mismo. Tardaron más de diez minutos en atendernos, a mi mujer le dijeron que se pusiera ella el té (los otros dos días no fue así) de una forma y un tono que quizás no pueda clasificarse de incorrecto pero sí de todas todas desagradable. Las mesas de las personas que se retiraban no eran limpiadas y arregladas, con lo cual los nuevos clientes que llegaban tenían que conformarse con las mesas peores y cuando nosotros terminamos de desayunar (tardamos bastante porque es un momento de disfrute y relax para nosotros en contraposición a nuestro desayuno en días laborables) el aspecto del salón era sucio y penoso. La pequeña mancha del desayuno un día puntual no es óbice para recomendar y repertir nosotros mismo en este Parador pero es una lástima que el esfuerzo de unos trabajadores no se vea recompensado con una matrícula de honor por la actitud (con c) de otros. Más triste aún cuando los primeros son los más y los segundos los menos. En resumen, notable alto y dado la cercanía al coso taurino, diría que se quedaron sin orejas porque pincharon a la hora de matar después de una enorme faena.