No tengo palabras suficientes para expresar mi gratitud hacia Edgar, el dueño de la Villa del Peñón, por el cariño que recibimos durante nuestros cuatro días en Baños. Sin duda, alojarme en su maravilloso hotel ha sido una de las experiencias más bonitas no solo de mi viaje a Ecuador sino a toda Sudamérica. Sentir el amor que transmite por su profesión y por su país ha sido realmente algo maravilloso que me acompañará durante mucho tiempo. El hotel se encuentra ubicado a 2 minutos en taxi del centro de la ciudad, en la zona segura de Baños, en un lugar tranquilo y alejado del bullicio del pueblo. Además, puedes ir en bus urbano fácilmente desde él hasta las atracciones como el Pailón del Diablo o la Casa del Árbol. Los taxis al centro cuestan alrededor de 1 dólar. Las habitaciones son estupendas. Muy amplias, cálidas, con todos los servicios para que te sientas como en casa y cuidadas con mucho mimo. El detalle de los bombones es realmente mágico. Cuenta con Wi-Fi gratuito que llega a todas las habitaciones. Funciona a la perfección. Pudimos trabajar e incluso ver vídeos. Cada mañana nos levantábamos felices por saber que sonrisas y un buen desayuno nos esperaba. Se nota el cariño en la cocina y, además de un servicio impoluto, nos sorprendían con una delicia ecuatoriana que Edgar se encargaba de hacernos conocer. El hotel cuenta con una estupenda zona de spa perfecta para finalizar un día repleto de adrenalina en Baños. Jacuzzi, baño turco, sauna y baños de cajón para relajarte. Además, Edgar cumple a la perfección su papel en la sauna, ayudando a que todo salga genial. Finalmente, no puedo dejar de hablar de Pascalito, uno de los perros más tiernos que he conocido en mi vida. El pekinés es la estrella del hotel y da la bienvenida a los viajeros con su alegría y sus ganas de recibir caricias. Le deseo todo lo mejor a Edgar y al personal de este precioso hotel, que seguro que triunfará por el gran trabajo que hay detrás de él. ¡Estoy deseando volver a Baños!
Sentir el amor que transmite por su profesión y por su país ha sido realmente algo maravilloso que me acompañará durante mucho tiempo.
El hotel se encuentra ubicado a 2 minutos en taxi del centro de la ciudad, en la zona segura de Baños, en un lugar tranquilo y alejado del bullicio del pueblo. Además, puedes ir en bus urbano fácilmente desde él hasta las atracciones como el Pailón del Diablo o la Casa del Árbol. Los taxis al centro cuestan alrededor de 1 dólar.
Las habitaciones son estupendas. Muy amplias, cálidas, con todos los servicios para que te sientas como en casa y cuidadas con mucho mimo. El detalle de los bombones es realmente mágico.
Cuenta con Wi-Fi gratuito que llega a todas las habitaciones. Funciona a la perfección. Pudimos trabajar e incluso ver vídeos.
Cada mañana nos levantábamos felices por saber que sonrisas y un buen desayuno nos esperaba. Se nota el cariño en la cocina y, además de un servicio impoluto, nos sorprendían con una delicia ecuatoriana que Edgar se encargaba de hacernos conocer.
El hotel cuenta con una estupenda zona de spa perfecta para finalizar un día repleto de adrenalina en Baños. Jacuzzi, baño turco, sauna y baños de cajón para relajarte. Además, Edgar cumple a la perfección su papel en la sauna, ayudando a que todo salga genial.
Finalmente, no puedo dejar de hablar de Pascalito, uno de los perros más tiernos que he conocido en mi vida. El pekinés es la estrella del hotel y da la bienvenida a los viajeros con su alegría y sus ganas de recibir caricias.
Le deseo todo lo mejor a Edgar y al personal de este precioso hotel, que seguro que triunfará por el gran trabajo que hay detrás de él.
¡Estoy deseando volver a Baños!