La habitación tiene un termostato para controlar el aire acondicionado y la calefacción, así como una mininevera funcional y una potente ducha con agua caliente. El Wi-Fi tenía algunos altibajos, y es uno de esos extraños, propensos a la desconexión donde se utiliza la contraseña del router, así como pasar por una pantalla de inicio de sesión. Pero cuando funcionó, fue razonablemente rápido.
Las camas son cómodas si firme, con ropa de cama agradable y almohadas decentes. Hay un millón de interruptores de luz para cambiar el aspecto de la habitación, y las cortinas opacas son tan buenas que casi entramos y salimos sin siquiera notar la vista muy bonita del Parque de Iguanas y la catedral de al lado.
Hay un restaurante en el lugar que es bastante caro para Guayaquil (dos platos principales, un entrante, y dos pequeñas botellas de 500 ml de $2 botellas de agua llegaron a unos $35). La comida estaba bien si no memorable, pero el servicio era paciente y amable. El desayuno buffet (7-10am) estaba incluido en el precio de la habitación, pero dormimos a través de ella en la mañana.
Sin embargo, tengo sentimientos un poco encontrados sobre este lugar. TAME nos puso aquí después de que un fallo del equipo descarriló nuestro vuelo original de GYE. Lo que desata a una estrella de una experiencia de otra manera agradable, fue volver al aeropuerto desde el hotel. Habíamos reservado un servicio de transporte con la recepción para llegar a nuestro vuelo reprogramado al día siguiente. Nos salimos en el coche con otros tres pasajeros, momento en el que el conductor nos encerró con cerraduras de niños y desapareció durante media hora, mientras intentamos bajar del coche para comunicar que nuestro vuelo cerraría el embarque pronto. Eventualmente una familia de cuatro personas con una montaña de bolsas apareció para apilar el equipaje en el techo y exprimir a cuatro personas en los dos asientos restantes. El servicio de transporte podría habernos traído al aeropuerto y haber vuelto en ese punto. Una carrera apresurada a través del aeropuerto más tarde, llegamos a nuestro vuelo ya que estaba abordando, pero dejó un sabor muy amargo en nuestras bocas al salir de Guayaquil.
Las camas son cómodas si firme, con ropa de cama agradable y almohadas decentes. Hay un millón de interruptores de luz para cambiar el aspecto de la habitación, y las cortinas opacas son tan buenas que casi entramos y salimos sin siquiera notar la vista muy bonita del Parque de Iguanas y la catedral de al lado.
Hay un restaurante en el lugar que es bastante caro para Guayaquil (dos platos principales, un entrante, y dos pequeñas botellas de 500 ml de $2 botellas de agua llegaron a unos $35). La comida estaba bien si no memorable, pero el servicio era paciente y amable. El desayuno buffet (7-10am) estaba incluido en el precio de la habitación, pero dormimos a través de ella en la mañana.
Sin embargo, tengo sentimientos un poco encontrados sobre este lugar. TAME nos puso aquí después de que un fallo del equipo descarriló nuestro vuelo original de GYE. Lo que desata a una estrella de una experiencia de otra manera agradable, fue volver al aeropuerto desde el hotel. Habíamos reservado un servicio de transporte con la recepción para llegar a nuestro vuelo reprogramado al día siguiente. Nos salimos en el coche con otros tres pasajeros, momento en el que el conductor nos encerró con cerraduras de niños y desapareció durante media hora, mientras intentamos bajar del coche para comunicar que nuestro vuelo cerraría el embarque pronto. Eventualmente una familia de cuatro personas con una montaña de bolsas apareció para apilar el equipaje en el techo y exprimir a cuatro personas en los dos asientos restantes. El servicio de transporte podría habernos traído al aeropuerto y haber vuelto en ese punto. Una carrera apresurada a través del aeropuerto más tarde, llegamos a nuestro vuelo ya que estaba abordando, pero dejó un sabor muy amargo en nuestras bocas al salir de Guayaquil.